PROGRAMA VII – ¡Felices 100, György Ligeti!
8 de octubre 2023
Damián Gorandi – Anti-Objet n°3 (arrêt, my law!) (2023)*
flauta, trompeta y corno
9 min.
*Encargo ArtHaus, estreno mundial
Kaija Saariaho – Cendres (1998)
flauta-alto, violonchelo y piano
9 min.
Cecilia Pereyra – Anillo de fuego (2023)**
Flauta-alto, trompeta, violín y violoncello
10 min.
**Encargo ArtHaus, estreno mundial
Demian Rudel Rey – Styx (2021)
Trompeta sola
4 min
György Ligeti – Trío para violín, corno y piano (1982)
Violín, corno y piano
22 min.
Ensamble ArtHaus
Amalia Perez, flauta
Valentín Garvie, trompeta
Fernando Chiappero, corno
Marcelo Balat, piano
Xavier Inchausti, violín
Benjamín Báez, violoncello
György Ligeti fue para muchos el compositor más grande de la segunda mitad del s. XX. La música de Ligeti sobrepasó los límites de las salas de concierto, influenció a muchos artistas de vertientes divergentes y fue utilizada por cineastas como Stanley Kubrick, Michael Mann o Yorgos Lanthimos. En 2023, Ligeti cumpliría 100 años y hoy lo festejamos tocando una de sus obras más extrañas y virtuosas: el Trío para violín, corno y piano. A su vez, el concierto de hoy estará cruzado por artistas de diferentes estéticas, orígenes y generaciones a los que sin embargo, los impulsa y reúne una misma fuerza : dedican y dedicaron su vida a un arte idealista, una música escrita, despegada de las lógicas del mercado.
Por encargo de ArtHaus, Damián Gorandi nos escribe un trío denso e híper detallista en el que existe una voluntad de escapar de los sonidos convencionales de los instrumentos, deformándolos y distorsionándolos a través de técnicas extendidas, que van más allá de los usos tradicionales. De esta manera, la pieza se transforma en un objeto sónico de origen no identificado en la que se atraviesa una serie de estados para volver a un punto similar al de partida, pero nunca el mismo.
Kaija Saariaho, compositora finesa fallecida en junio de 2023 ocupa un lugar extremadamente relevante en el ámbito de la composición durante el final del s. XX y las primeras décadas del s. XXI.
En su trío Cendres, Saariaho utiliza estructuras de una de sus obras anteriores, recolectándolas como si fueran vestigios o cenizas y transmutando esos materiales para darle vida a una nueva música post espectral, líricamente expresiva. Estas estructuras aparecen bajo la forma de trazos o figuraciones que se encabalgan y desplazan entre los instrumentos, acordes estáticos construidos por terceras o incluso melodías temáticas que emergen esporádicamente.
La rugosidad que aportan la fricción del arco del chelo y los sonidos eólicos de la flauta, por momentos nos llevan a una dimensión tangible del sonido, que apenas puede tocarse, pero enseguida se nos escurre entre los dedos. La obra se puede escuchar entonces como el trabajo de un alquimista que entremezcla ingredientes, imbrica materiales, prueba diferentes combinaciones a la espera de encontrar una fórmula trascendental.
En Anillo de fuego, obra encargo de ArtHaus, Cecilia Pereyra se inspira del movimiento de los astros, de un eclipse solar anular, para escribir una música en la que el sonido late, respira. Los instrumentos no tienen un rol solista sino que se complementan continuamente para construir un sonido meta-instrumental, un objeto que suena como algo más que la suma de las partes. En efecto, a diferencia de Damián Gorandi que ancla parte de su trabajo en la distorsión de cada instrumento para generar un sonido instrumental no fácilmente identificable, Cecilia Pereyra alcanza un sonido abstracto (meta instrumental) a través un método diferente: la sutil combinación orquestal de elementos más usuales.
Si Gorandi trabaja con un determinismo extremo, Pereyra, en cambio, hace convivir una escritura determinista en la que los elementos están plasmados con máxima precisión junto a una escritura más abierta en la que por momentos los músicos pueden tomarse ciertas libertades como cuándo atacar una nota, cuándo tocar fuerte o suave, etc.
La pieza se construye con una sucesión de fundamentales (o notas polares), acordes y colores casi diatónicos (que podrían construirse únicamente con las teclas blancas del piano), apenas desenfocados gracias a la utilización de algunos cuartos de tono (notas intercaladas que no existen en el piano) o cromatismos esporádicos (teclas negras).
Por su parte, en los tres minutos que dura Styx, Rudel Rey explota la trompeta y despliega una paleta tímbrica sorprendente. La música parece el hermoso retrato de la mente o psiquis de un personaje que dialoga consigo mismo, de múltiples facetas, con arrebatos o cambios de humor imprevisibles.
Luego de haber compuesto su ópera Le Grand Macabre (1978) Ligeti permanece prácticamente improductivo durante varios años hasta que en 1982 rompe el silencio con su Trío para violín, corno y piano.
El Trío es un punto de inflexión en la producción de Ligeti y abre una serie de piezas caracterizadas por el uso de ritmos del África oriental, la tríada, la polifonía, la melodía acompañada o la entonación justa cuyas derivaciones más evidentes son sus Estudios para Piano y su Concierto para Piano.
La composición explora el uso de acordes mayores y menores como sonoridades libres que no están enmarcados dentro de la tonalidad. Además, explora la entonación natural y justa de los parciales superiores del corno, los ritmos búlgaros asimétricos en el segundo movimiento y uno de los típicos motivos o melodías identitarias de Ligeti en el cuarto movimiento.
El movimiento final es un ejemplo de passacaglia en el que se utiliza un bajo repetido y un tema similar al del primer movimiento, que a su vez recuerda al tema de apertura de la Sonata para piano n° 26 de Ludwig van Beethoven, “Les Adieux”.
Auditorio ArtHaus – Bartolomé Mitre 434, PB – CABA