Tristan Murail – Stalag VIIIA (2018)
Clarinete, piano, violín y violoncello
9 min.
Editor: Henry Lemoine, París
Olivier Messiaen – Quatuor pour la fin du temps (1940)
Clarinete, piano, violín y violoncello
45 min.
Editor: Durand, París
Ensamble ArtHaus
Federico Landaburu, clarinete
Marcelo Balat, piano
Xavier Inchausti, violín
Diego Fainguersh, violoncello
Ensamble ArtHaus y proyección de Para el ángel que anuncia el fin de los tiempos (2017), de Narcisa Hirsch y Tomás Rautenstrauch (dirección y producción). Formato: HD, digital. Clor, Sonora. Duración: 10’ 30’’.
Así como el Cuarteto para el fin del tiempo ocupa hoy un lugar central en el repertorio de la primera mitad de Siglo XX, Messiaen es una rara avis y su música ocupó en su momento una posición excéntrica, despegada de las corrientes de composición dominantes de Europa occidental. Dejando de lado el romanticismo tardío, el dodecafonismo o el modernismo Messiaen busca vías de expresión alternativas a las de la cultura hegemónica. Atado al mástil de lo sensible, construye un lenguaje único e identitario. Para esto centra su discurso en el color, la modalidad, los ritmos hindúes y el lirismo, la melodía acompañada y la polifonía. A su vez, la disolución de la métrica regular y de la simetría del ritmo se sitúa entre la necesidad de romper barreras y el deseo de captar el sonido de la naturaleza, particularmente el canto de los pájaros. El resultado es una música onírica, cargada de espiritualidad y religiosidad.
Por su parte, Narcisa Hirsch, pionera del cine experimental argentino, junto a su nieto, el artista Tomás Rautenstrach, manipula, acelera, comprime, transfigura y congela el paso de las horas con su cortometraje cinematográfico Para el ángel que anuncia el fin de los tiempos concebido a partir de uno de los movimientos del cuarteto. En el corto, los autores parecen adueñarse de las fuerzas de la naturaleza y construyen un vector a través de un proceso de transmutación progresiva que redunda en la disolución del transcurrir y se cristaliza en un estado de revelación interior.
El compositor Tristan Murail, discípulo de Messiaen, filtra el material del cuarteto a través de un nuevo prisma y compone su Stalag VIIIA en homenaje a la obra de su antiguo maestro. Tomando estructuras armónicas e interválicas del vocabulario de Messiaen, Murail revuelve en el cajón de los recuerdos y parece extraer una suerte de elegía glacial, un vestigio o resabio fragmentario del lirismo del cuarteto, mixturado a su vez con materiales propios.
El Cuarteto para el fin del tiempo es el fruto de un acto de creación y liberación de un artista que en una situación extremadamente adversa, se refugia en la fé y en el hacer para construir una obra de una gran potencia expresiva. Fue compuesta y estrenada en un campo de prisioneros en plena segunda guerra mundial con el mismo Messiaen en el piano. Los músicos tenían instrumentos destartalados y la audiencia estaba compuesta por un multitud de prisioneros y guardias. El compositor recordaría más tarde: “Nunca fui escuchado con tan profunda atención y comprensión”.
La fuerza de esta obra, como una suerte de onda expansiva, impulsó tanto a Murail como a Hirsch-Rautenstrauch a crear sus propias obras. Esta noche nosotros mismos tenemos la posibilidad de experimentar y re absorber la fuerza de estas voluntades convergentes.
El concierto es una oportunidad única de escuchar a los solistas del ensamble ArtHaus Xavier Inchausti, Federico Landaburu, Diego Fainguersch y Marcelo Balat en un marco de intimidad y cercanía. Los cuatro músicos enfrentan un programa desafiante para transportarnos a una dimensión ritual.
LUCAS FAGIN